Alameda de Cervera es una localidad con una historia rica y profunda relacionada con la Orden Militar de San Juan y la Corona. Su nombre "Alameda" hace referencia a los álamos negros y blancos que rodeaban el casco urbano de la aldea. Sin embargo, el origen del nombre "Cervera" o "Zerbera" no está claro.

La localidad cuenta con varios elementos que han caracterizado su constitución a lo largo de la historia, como su Castillo y Dehesa de estilo medieval, su Alameda que fue ampliada en el siglo XVIII por el arquitecto D. Juan de Villanueva, y sus molinos de pólvora que fueron uno de los pilares económicos en los siglos XVII y XVIII. Con el traslado de los molinos a Ruidera debido a la construcción del Canal del Gran Prior en el siglo XVIII, se intentó adaptar los antiguos molinos en batanes y establecer una fábrica de seda en el Castillo.

Por el año 1800, Villacentenos era una aldea pequeña con 75 habitantes que se dedicaban a la agricultura y la ganadería. Era la finca más grande en el término de Alcázar y estaba rodeada por el río Guadiana, el término de Manzanares y el término de Villarta de San Juan.

En el año 1811, los franceses pasaron por Villacentenos y encontraron en una iglesia, reconvertida en convento, a una comunidad religiosa. Los franceses trataron mal a las monjas, quienes decidieron huir y refugiarse en la Colonia de Alameda de Cervera. Antes de irse, tomaron la imagen de San Lorenzo, que para ellas tenía mucho valor porque les había salvado de las tropas francesas.

Las monjas vivieron con los colonos por un tiempo hasta que se fueron y dejaron la imagen de San Lorenzo en una pequeña ermita que se convirtió en la iglesia de San Lorenzo, el patrón de la Alameda.

Durante la guerra de la Independencia, las monjas vivieron con los colonos como si fueran parte de la familia, hasta que finalmente se marcharon a Herencia. Ya que cuando volvieron a Villacentenos, encontraron que todo había sido quemado por las tropas francesas.